Mucho se ha dicho de la audacia de Hernán Cortés y de sus capitanes para derrotar a un ejército indígena que lo superaba numéricamente. Sin descartar estos elementos subjetivos, hay dos factores que se deben considerar como decisivos en la derrota de las huestes de Cuauhtémoc: las diferencias en cuanto al empleo del hierro y el caballo, y su aplicación en movimientos tácticos militares que usaron los españoles, producto de su experiencia en la guerra contra los árabes y en las cruzadas; esto por un lado y, por otro, un elemento decisivo lo constituyó la aparición de nuevas enfermedades en América.
Alguna vez José Luis Martínez comentaba a quien esto escribe que derrotar a los europeos hubiese sido muy fácil para los mexicas, bastaba con haber rodeado el palacio donde estaban como huéspedes Cortés y los suyos, y haberlos dejado morir de hambre. Sin embargo, reflexionaba también el autor de Hernán Cortés, que eso no estaba en la concepción de la guerra de los indígenas.
Una vez que los españoles fueron rechazados y huyeron hacia Tlaxcala, los indígenas quedaron convencidos de que aquellos no regresarían. Cuando en realidad preparaban un contrataque, donde la técnica iba a jugar un papel decisivo: el uso del bergantín y de los modos de navegación, dio una mayor movilidad al ejército español y potencia de fuego, al emplazar cañones en los navíos aparte de los arcabuces que empleaba la infantería. Frente a los cuales los mexicas opusieron canoas, arcos y lanzas, como se estilaba en los combates en la laguna.
para conclucir fueron
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